La ambigüedad de muchos países de la región a la hora de condenar y responder a la invasión rusa de Ucrania podría extenderse a América Latina. Eso, al menos concluye un nuevo informe del Centro para los Estudios Estratégicos Internacionales, (Csis), firmado por la mayoría de sus expertos en la región.
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Titulado “Un hemisferio vacilante: cómo la guerra de Ucrania ha afectado a América Latina”, el informe afirma que “los Estados democráticos de América Latina y el Caribe deben decidir si quieren vivir en un mundo donde el régimen militar se impone”, el informe argumenta: las autocracias van en ascenso, los civiles son blancos y se derroca un orden internacional basado en el estado de derecho y los derechos humanos”.
Para los autores, muchos de los proveedores de este país se han desviado del terreno del “no alineamiento”, sin entender que la amenidad existencial que plantó Moscú pronto estará disponible para sus costas.
El escrito, firmado por el director del programa de América Latina en Csis, Ryan Berg, el subdirector, Christopher Hernández-Roy, la administradora Juliana Rubio y el coordinador de las investigaciones Henry Ziemer, parte de la base del principio de no -la intervención en los asuntos de otros países es una de muy arraigo en la región y que tiene su origen en los estallidos de los estadounidenses de los siglos XlX y XX.
“Una mentalidad -argumenta- que se ha reflejado claramente en la reacción regional a la agresión rusa en Ucrania”.
La postura de América Latina sobre la invasión de Ucrania también se mostró en la renuncia a la región y el envío de cualquier tipo de material de guerra a Ucrania.
Contiene un resumen de las posiciones adoptadas por los respectivos gobiernos a partir de los cuales estalló la crisis. Si bien mencionan que el alcalde -salvo los casos lógicos de Cuba, Nicaragua y Venezuela- ha apoyado distintas resoluciones tanto en la ONU como en la OEA del llamado a la invasión, muchos se han abstenido de condenarla abiertamente. Pero donde más se nota, afirmando, es el momento de enviar apoyo a los ucranianos o resumir las iniciativas comerciales y militares que defienden EE.UU. y los países europeos.
“La posición del tibia en América Latina ante la invasión de Ucrania también se evidenció en la renuncia de la región a enviar cualquier tipo de material bélico a Ucrania. Argentina, Chile y Brasil recibieron el llamado de apoyo, mientras que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), criticó a Alemania por aceptar enviar muchos a Ucrania, incluyendo a los aliados más buscados de Estados Unidos en la región, Colombia, negó, y el presidente Petro dijo que no enviaría armas a Ucrania y preferiría terminar como chatara”.
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Para los analistas, esta falta de respaldo ha sido más notoria entre los países en los que EE.UU. le dio el estatus de Aliados Extra OTANque incluye en Brasil, Argentina, y a partir de 2022 en Colombia.
Pero según estos expertos, las fuerzas desesperadas de la región por mantenerse “neutrales” acabarán abriendo la puerta a otras potencias con intereses no tan claros como Rusia y China -en detrimento de EE.UU.- mientras los ucranianos pagan las consecuencias.
“América Latina tiene una decisión difícil de tomar. Sus economías atraviesan momentos difíciles y el partido tenderá a tener implicaciones. A la grande, sin embargo -más que lo económico- es un tema de apropiación de derechos humanos básicos donde ha muy poco espacio para la ambigüedad”, argumentan.
En el informe, los autores dicen que la crisis económica posterior a la pandemia de Covid se ha incrementado con tendencias inflacionarias que han desencadenado la guerra en Ucrania y han seguido niveles de pobreza que han aumentado a las cifras más altas en décadas. En ese contexto, señala, esta guerra lejana está contribuyendo a las fuertes tensiones que seguirán creciendo en 2023 y que provocarán una mayor inestabilidad.
“La guerra en Ucrania ha tenido un efecto desproporcionado en las poblaciones más vulnerables de América Latina, creando una situación en la que actores no hemisféricos pueden ejercer una influencia indebida en la región”, dice, entre otras cosas, que, en parte, esto debe estar en el uso de inversión estatal y la necesidad de fondos para proyectos de infraestructura que están cubriendo China. Algo que les preocupa dado el creciente nexo entre Pekín y Moscú y que podría consolidarse en una creciente influencia económica y militar.
En la sesión informativa, los autores también criticaron a la administración de Joe Biden por buscar que el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela satisfaga sus propias necesidades energéticas. Un cambio de estrategia que, afirmo, no terminará, simplemente podría ser reemplazado por un dictador (Vladimir Putin), además.
Para los autores, el año de la guerra en Ucrania debe servir como un “registrador aprendiz del imperativo que existe en defensa de la democracia mientras se crea un entorno mas próspero para todos”.
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SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington