El miércoles 23 de julio de 1986, a las 11:30 de la mañana, una plebeya pelirroja de 26 años, Sarah Ferguson -Fergie para los amigos-, se convirtió en princesa real y nuera de la reina Isabel II de Inglaterra al contraer nupcias con el príncipe Andrés.
37 años después, Sarah se define como una “sobreviviente”, no porque sienta que ha librado una batalla superior a la de cualquier mortal, sino porque está convencida de que pase lo que pase “el show debe continuar”.
La duquesa de York y madre de las princesas Beatriz (34) y Eugenia (33) se mueve en constante equilibrio. Desde fuera, pero con un pie dentro. Lejos, pero cerca. Sin ser alteza real, pero sin corregir a quien así la llama. Divorciada, pero viviendo bajo el mismo techo de su exesposo. Sarah no ha dejado perder sus nuevas oportunidades de salir adelante y asegura que su único límite es su propia aprobación.
A sus 63 años, ha protagonizado realities, escrito best sellers, abierto un canal de YouTube para interactuar con los niños durante el aislamiento por la pandemia del covid-19 y liderado infinitas actividades benéficas para recaudar fondos para la investigación del cáncer infantil y la visibilización de los problemas medioambientales que azotan el planeta.
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“Me he arruinado, me he recuperado y me he vuelto a levantar”, me dice Fergie vestida con un blazer de terciopelo azul rey, un vestido negro con volados que acarician suavemente sus rodillas y unas modernas botas negras con tacón dorado que contrastan con la tiara de brillantes plateados y azules posada sobre su natural pelo rojo, al recibirme en el Metropolitan Club de Bogotá.
Es su primera vez en Colombia y este escenario le encanta. El espeso bosque de pinos y eucaliptos contrastan con el estilo inglés neoclásico del edificio. La duquesa no es ajena en saber que fue el primer club de la ciudad en admitir a mujeres como socias. “Es importante volver a la historia con mirada femenina”, me dice mientras sus ojos celestes se expanden al referirse a su más reciente novela A most intriguing lady.
Venir a Latinoamérica es como venir a casa para mí porque mi mamá vivía en Argentina
“Venir a Latinoamérica es como venir a casa para mí porque mi mamá vivía en Argentina. Cuando yo escucho algo en español, la recuerdo en ese campo de la pampa y me emociono mucho”, expresa en un lento y enredado espanglish que la deleita.
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La duquesa de York visitó Bogotá y Medellín acompañando al bailarín de ballet colombiano y solista del Royal Ballet, Fernando Montaño, quien se presentó el pasado lunes con ocasión de los 200 años del Museo Nacional de Colombia. Sin embargo, aprovechó el viaje para coordinar infinitas citas con empresarios y expertos sobre el país. Y aunque ese día su agenda era “imposible”, Sarah Ferguson optó por hacer esta entrevista presencial “en compañía de un buen té inglés y de un café de Juan Valdez” porque para ella hay tiempo para todo.
“Quizá nos toque terminarla en el auto camino al teatro”, insistió con una sonrisa que rara vez se desdibuja del rostro de esta duquesa que saluda de beso y abrazo y que se aprende de memoria los nombres de a quienes conoce.
Llama a Anthony, su asesor de confianza, para que la apoye durante la charla.
-Verás, yo soy el corazón y él es el cerebro. Por eso lo llevo conmigo a todas partes- asegura entre carcajadas Fergie, una mujer resistente que nunca mira atrás ni hace recuento de las consecuencias de sus actos.
¿Cómo se siente de estar en Colombia?
Maravillada. Absolutamente maravillada. Vine a Bogotá porque hace unos buenos años conocí a Gustavo Dudamel y el proyecto del Sistema Nacional de Orquestas de Venezuela, y estaba fascinada con toda la historia de Simón Bolívar. Desde entonces, tenía el anhelo de volver a otras de las ciudades libertadas por Bolívar y entender más a profundidad estos territorios que conformaron La Gran Colombia. Soy una amante de la historia y cuando Fernando (Montaño) me dijo que iban a celebrar los 200 años del Museo Nacional de Colombia dije, esta es mi oportunidad.
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Justamente, acaba de lanzar la novela histórica A most intriguing lady…
Y tengo toda la intención de que sea publicada en español. Es más, permíteme hacer el anuncio oficial: quiero que me publiquen mi libro en español, si alguien que me está leyendo sabe cómo, que me contacte (risas).
Es una historia en la que me regreso a mis ancestros pelirrojos del siglo XV donde encontré un gran vacío porque vi que existe una amplia bibliografía escrita por hombres sobre hombres, pero ellos no escribieron absolutamente nada sobre las mujeres. Eso no me gustó y decidí revivir las letras de la tumba para escribir una novela acerca del amor de mis antepasados. Creo que es importante enseñarles la historia a las nuevas generaciones desde los todos los puntos de vista posibles porque esto puede servirles de inspiración para sus propias vidas.
¿Cómo ve las relaciones entre Colombia y el Reino Unido?
Yo creo que el Reino Unido es un gran apoyo para Colombia y eso es desde tiempos históricos. Por eso, quiero brindar todo mi apoyo para fortalecer las relaciones bilaterales. Me encantaría que podamos trabajar de manera conjunta para cambiar la narrativa social sobre Colombia. Necesitamos hacer que el mundo entienda que Colombia es un grandioso país. He trabajado con los migrantes y refugiados que vienen desde Venezuela y tengo especial interés en poder ayudar a los cerca de 3 millones de refugiados venezolanos que han venido a Colombia. Además de trabajar con los desplazados internos.
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Una de sus grandes luchas es la protección del medioambiente. ¿Hay alguna clave para que como humanidad logremos proteger al planeta?
Esa es una gran pregunta. Creo que entre más generemos espacios de discusión, entre más se escriba de eso, vamos a poder generar más conciencia. Pero, una de las áreas en las que estoy realmente interesada es en el mercado de los pañales. Junto con mis hijas, estoy desarrollando una línea de pañales biodegradables. Un pañal desechable tarda en degradarse 500 años y espero que esta tecnología tenga como epicentro a Colombia con miras a brindar nuevas oportunidades laborales y que el país se posicione mundialmente en distintas áreas.
¿Por qué poner la mirada en Colombia?
Permíteme aclarar algo. En esta visita a Colombia aprendí mucho acerca de la semilla de cáñamo y cómo podemos hacer que esta semilla crezca en más zonas de Colombia. Esta visita nos permitió también explorar cómo generar energías verdes en Colombia para que de manera sostenible se pueda almacenar en el país. Y estamos realmente sorprendidos con la riqueza de energías fósiles que tiene Colombia. Sin duda creemos que puede ser un país pionero en liderar el mercado de las energías limpias y potenciar la huella de carbono neutral.
Colombia es un país en progreso, es una democracia y es un faro brillante en América Latina que sin duda considero que es un modelo a seguir.
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Colombia es un país en progreso, es una democracia y es un faro brillante en América
¿Qué piensa de la Inteligencia Artificial?
Creo que necesitamos un mayor soporte emocional al respecto. Me refiero, por ejemplo, al desarrollo de la benevolencia que debe pesar sobre este tipo de herramientas y creo que hay que definir una suerte de termómetro que nos indique qué está bien y qué está mal desde lo emocional para entendernos mejor con esta nueva tecnología.
Usted ha escrito libros infantiles e incluso abrió un canal de YouTube para acompañar a los más pequeños durante el aislamiento por la pandemia. ¿Cuál cree que ha sido el mejor consejo que les ha dado a sus hijas?
Que aprendan a usar su voz, a no quedarse calladas, pero siempre a través de la escucha, del observar y del sentir. Sentir es la clave. Es una de las preguntas que siempre les hago cuando vienen con un problema: ¿qué sientes? ¿A qué le tienes miedo? Y les hago sopesar si el miedo es real o viene de su mente. Así que lo que les digo es que siempre tenemos la oportunidad de encontrar las respuestas en nuestro interior si aprendemos a escucharnos.
¿Qué le dejó el ser madre?
El poder escuchar. Yo les digo a los padres que siempre detengan todo lo que están haciendo y escuchen a sus hijos cuando vienen a pedirles ayuda. Nada es poco importante, hay que orientarlos y que se cuestionen cuál es el punto central de su angustia. A mis hijas siempre les digo: ¿Le puedes poner un nombre a eso que le temes? Una vez logran definirlo, es mucho más fácil que puedan enfrentarlo. Eso es lo que yo hago conmigo misma todos los días.
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Una constante lucha entre el corazón y la razón…
Yo creo que eso nos atraviesa como humanos. Y por eso creo que James Barrie, el autor de Peter Pan, tenía razón cuando hizo que este cosiera su sombra a las suelas de sus zapatos para decirnos que nunca nos debemos olvidar que nuestra sombra siempre está acompañándonos. Y me parece una lectura increíble para los niños, al igual que todo el universo que construyó Lewis Carroll con Alicia en el país de las maravillas, desde pequeños nos hicieron sentir que no estamos solos.
¿Hay alguien que la inspire en particular?
Creo que puedes inspirarte en infinitas personas. A mí me gusta inspirarme en la figura de Elvis Presley, en especial porque creo que se desafío a lo largo de su vida, se ancló en sus convicciones y en su verdad y logró crear cosas maravillosas que trascienden el tiempo y el espacio. Nelson Mandela me enseñó a perdonar, la madre Teresa de Calcuta me enseñó la misericordia y así puedo llegar hasta Fernando Montaño que me conecta con el ballet, con la sensibilidad, con lo espiritual a través del arte.
¿Le gusta ser Sarah Ferguson?
Es muy divertido ser yo. Soy libre. A mí nadie me dice qué tengo que hacer o cuándo lo debo hacer. Mi único límite es mi propia aprobación que se compone de siempre ejecutar acciones con integridad, valor, amabilidad y escucha.
La semana pasada, alguien me estaba entrevistando en una plataforma digital y me preguntó: ¿cuál es tu religión? Y yo le dije: la amabilidad. Y lo que recibí fue un: claro, seguro. Entonces, detuve la entrevista y le dije: lo siento mucho, me queda claro que no me puedes entender porque sin duda nunca has recibido amabilidad, de ahí que pienses que estoy mintiendo o no siendo sincera. Eso es algo a lo que me he tenido que enfrentar por muchos años. Las personas no me entienden y suelen pensar que estoy un poco loca y, en realidad lo estoy, pero no puedo mentir con quién soy. No muchas personas pueden entender que te mantengas con gozo y alegría. Ahora ya sé que es problema de ellos no mío, pero entender eso me llevó años de dolor.
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Mi único límite es mi propia aprobación que se compone de siempre ejecutar acciones con integridad, valor, amabilidad y escucha
¿En especial dentro del Reino Unido?
Me he convertido en una persona muy sensible y adoro conocer nuevas personas. Los británicos suelen tener una forma de ser dura y descubrir otras formas de ser es algo que valoro mucho.
¿Descubrió algo en Colombia que la sorprendió?
Aparte de la calidez de las personas, las frutas son fantásticas. Descubrí la guayaba y me fascinó, y pude probar una sopa de chontaduro que es de otro mundo. Pude probar un postre de guanábana y de tres leches que tuve que repetir.
Usted diseñó una muñeca pelirroja que se convirtió en todo un símbolo. ¿Qué significado tiene para usted regalarla, en especial en tiempos tan convulsivos como los actuales?
Yo inventé esa pequeña muñeca pelirroja como parte de los regalos que les suelo dar a los niños cuando los visito en distintas fundaciones alrededor del mundo. Pero, algo que me impactó fue que luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001, yo tenía una oficina en las Torres gemelas de Nueva York, y una de las muñecas fue encontrada entre los escombros. Eso me motivó a escribir un libro para niños acerca de esto. Lo que quise dejarles como moraleja es que cada vez que vean a esta pequeña muñeca pelirroja sepan que sobrevivió a lo peor y que lo único que podemos hacer en nuestras batallas personales es seguir luchando para sobrevivir a pesar de las circunstancias.
Quiero terminar con esto sin sonar arrogante o querer generalizar, pero desde mi perspectiva: The show goes on (el show continúa) y hay que confiar en que el mañana vendrá y que seremos mejores si no nos damos por vencidos. Es tan simple como eso.
¿Cuál es su conexión con la comunidad LGBTIQ+?
Yo creo que es muy importante no juzgar a la comunidad LGBTIQ+ ni a nadie y sentí, a mis 63 años, la necesidad de aprender nuevos lenguajes y nuevas formas de comunicarme. Creo que el mundo necesita despertar. De ahí mi interés por darles a ellos un espacio donde se sientan en libertad para que levanten su voz. Pareciera fácil decir que uno no debe juzgar a ninguna persona bajo ninguna circunstancia, pero eso no es tan simple entre más edad tienes y por eso lo que les digo es: ustedes enséñenme a mí.
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¿Qué mensaje le quiere dejar a los colombianos?
Algo que me parece muy importante para decirle a las personas en Colombia es que no queremos que migren, que se muevan del campo a la ciudad o incluso fuera del país. Realmente, siento que Colombia es un país maravilloso para vivir y para seguir construyendo. En especial se lo digo a los jóvenes que quizá sienten que el progreso es afuera. Desde mi trabajo particular, espero poder aportar para que los campesinos colombianos puedan recibir una compensación financiera justa por sus cosechas y que puedan ver en esto una opción de vida para ellos y sus familias. Además, espero que sean el eje central de la política para la lucha contra el cambio climático. La sostenibilidad y la protección de la biodiversidad son pilares para mí.
STEPHANY ECHAVARRÍA
EDITORA INTERNACIONAL
EL TIEMPO
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