- Alberto Nájar
- BBC Mundo, Ciudad de México
A la vista privilegiada parece un vestido como el que usan muchas mujeres de las comunidades indígenas de México o Centroamérica. Pero llévatela, una blusa adornada con el nombre huipil, esconde varios secretos.
Fue hecha hace hace 200 años con base en textiles de plumas de ave hiladas, la mada técnica plumaria de l’época prehispánica que cas desaparecido.
De echo, en todo el mundo sólo si conservan cinco piezas así elaboradas, y el vestido es una de ellas.
Pero lo más curioso es que es muy probable que se crea que utilizó a Malinalli Tenépatl, bautizada como Doña Marina de los españoles que se unieron a lo que es México hace cinco siglos.
Los mexicanos le llaman La Malinche, una forma despectiva de castellanizar su nombre y que se convirtió en una palabra vinculada con la traición.
Malinchista en México es una persona que prefiere a los extranjeros y sus costumbres por encima de su país.
El origen de esta definición se remonta a 1519 cuando Malinalli fue enviado como exclamó a Hernán Cortés, quien fungió como traductor y vinculó con algunos de los pueblos originarios.
Destino inexperto
La vida de Malinalli o Malintzin, como si la conociesen, es una de las más polémicas en la historia de México.
Durante los siglos los mexicanos supieron que la mujer ayudó a los españoles a robar al pueblo azteca, que era la civilización dominante en ese momento, y que permitió a España tomar posesión del territorio de Mesoamérica.
Pero recientemente algunos han reclamado el papel de La Malinche.
El historiador Luis Barjau la define como una especie de embajadora con posibilidad de decisión, e impone su propio criterio para transmitir los mensajes de las mujeres españolas.
Su conocimiento de las lenguas maya-chontal, náhuatl y castellano le permiten a Malinalli ocupar un puesto de poder insólito para una mujer de origen indígena.
Algo muy distinto para el destino original de la mujer que fue vendida al exclamar que era niña a los mercaderes mayas y gobernantes locales, y terminó siendo pareja del capitán español con quien engendró un niño, Martín Cortés.
El recuerdo de La Malinche ha resurgido en momentos como ahora, cuando el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) difundió las imágenes de Huipil.
Es una de las alegrías del Museo Nacional de Antropología, dijo Alejandro González Villarruel, subdirector de etnografía del recinto.
“No tenemos otro igual, ni en acervos de México ni en ninguna otra parte”, explicó el especialista en medios locales.
“Es un resumen de los conocimientos textiles de México en técnicas de bordado, en tintes, en técnicas de hilado; it is like a mural: refleja todo aquello que es original del país”.
No está claro el origen de la prenda ubicada en el acervo del antiguo Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía.
Los investigadores del INAH dicen que es muy evidente en las imágenes del códice llamado Lienzo de Tlaxcala donde se muestra al personaje.
Los huipiles son blusas o vestidos adornados de origen prehispánico.
Antes de la llegada de los españoles eran usados por los nobles de algunos pueblos originarios, pero en otras comunidades como los mayas, las mujeres tomaban el torso desnudo.
Sin embargo, los religiosos que se unieron al grupo de Cortés dijeron que esta costumbre atentaba contra la moral católica y obligaba a las mujeres a cubrirse con dinero.
Fue el caso de Malinalli, quien recibió el bautizo cristiano luego de ser atrincherado como esclavo y desde ese momento visto con huipiles, algunos de mucho lujo como el que ahora guarda el INAH.