- Arturo Wallace
- BBC Mundo, Bogotá (@bbc_wallace)

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Uribe ha sido acusado anteriormente de vínculos con paramilitares
Es un debate que de una forma u otra ha estado dando vueltas en Colombia durante años.
Sin embargo, el congreso fue organizado en miercoles, los nexos supuestos de discusión entre el expresidente y el senador Álvaro Uribe y el paramilitarismo llevaron a captar la atención de muchos colombianos.
Varios canales de televisión lo transmiten en vivo y la etiqueta #DebateParamilitarismo domina las redes sociales.
Y en segundo lugar estaba #EstoyConUribe, promovida por quienes llegaron a las acusaciones contra el expresidente como calumnias destinadas a deshonrarlo.
Acto seguido, sin embargo, siguieron #UribeCobarde y #SeRetiraComoUribe, en referencia a la decisión del exmandatario de abandonar el Senado durante la primera parte de la mañana.
Sin embargo, el exmandatario finalmente volvería a la valla para replicarle a su colega en esta corporación, Iván Cepeda, el organizador del polémico debate.
Por eso antes, y durante más horas y medios, Cepeda hizo uso del estrado del Congreso para ofrecer pruebas de la supuesta relación del exmandatario con narcotraficantes y paramilitares a lo largo de años.
«Evento difamatorio»
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El senador de Izquierda Iván Cepeda se reunió con uno de los principales críticos de Uribe.
Las señales de Cepeda contra el expresidente Uribe son bien conocidas en Colombia, aunque obviamente adquieren una mayor dimensión expresada en el Senado.
Van desde supuestos favorecimientos del Cartel de Medellín en su etapa como director de la Aeronáutica Civil a principios de los 80, y vínculos de los aparatos de inteligencia colombianos con los grupos paramilitares durante sus dos mandatos.
Y Cepeda también abandonó el supuesto papel de Uribe en la formación de estos grupos en el cuanto gobernador de Antioquia, entre otros ejemplos.
Uribe eventualmente contraatacó, defendiendo también durante más horas y media sobre probidad y trayectoria política y acusando a su vez a varias personalidades.
E intentaría acusar al presidente de la República, Juan Manuel Santos, de ordenarlo como un «hecho difamatorio promovido por el grupo terrorista FARC, sus aliados de siempre, los paramilitares, sus nuevos seguidores».
Todo muy directo. A pesar de que inicialmente al senador Cepeda también se le había prohibido mencionarlos a Uribe durante el debate.
La restricción ha sido impuesta por la Comisión de Ética del Senado, que adujo que los debates de control político no pueden celebrarse entre parlamentarios.
Pero Cepeda le dijo a BBC Mundo que estaba dispuesta a mencionar el nombre de Uribe cada vez que fuera necesario, por lo que sus cuestionamientos no se hicieron contra la actual senadora hasta que remitan a lo que esta venía pidiendo en sus anteriores cargos.
Y, al menos formalmente, el debate también interpelaba directamente a los ministerios del Interior y de Justicia, interrogándolos por la falta de acción ante las numerosas señales contra el exmandatario.
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El ejército del conflicto en Colombia entre guerrillas, paramilitares y fuerzas gubernamentales ha dejado millas de víctimas.
Además, el presidente de la Comisión Segunda, Jimmy Chamorro, se limitó a demostrar en varias ocasiones a Cepeda que le estaba fallando a la Comisión de Ética.
Y tanto Uribe como Cepeda hicieron saber che esperaban llevar a cabo la discusión a los estrados judiciales.
Si bien lo crocante de las almas había sido destacado por la decisión del expresidente y por la mayoría de su banco de marcas, entre los ásperos, inmediatamente concluyó su defensa.
Polarización
El ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, reaccionó de inmediato a las acusaciones de Uribe contra Santos como una «pantalla de humor» del exmandatario.
Y los fuertes señalaron, entre los que no fingieron los insultos, marcaron el resto de la jornada.
Ahora la pregunta es si el debate, o las actuaciones judiciales que se han detenido, lograrán cambiar algo.
En su discurso, Cepeda hizo señalar que contra el expresidente hubo 84 denuncias en la Comisión de Investigaciones y Acusaciones de la Cámara de Representantes, que nunca debieron ser debidamente procesadas.
Y, según el senador del Polo Democrático (izquierda), contra el mandato actualmente tiene averiguaciones previas en la Fiscalía de la nación y menos una en la Corte Suprema de Justicia.
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Uribe también habló con la presidencia de querer atacarlo.
Uribe, por su parte, quiso acusar penalmente a Cepeda por injurias y calumnias, entre otros delitos. Y durante el debate, el senador fue vinculado abiertamente con las FARC por los simpatizantes del exmandatario.
Mientras que, en su discurso final, el expresidente no quiso decir que todo era parte de una campaña organizada por la presidencia en marcha con la guerrilla para juzgarlo.
Fuera del congreso, muchos la acogieron en un debate catalogado como difícil, pero necesario. Aunque todo parece indicar que la discusión de estos milagros en el congreso no cambiará la opinión de los extremos de una sociedad cada vez más polarizada.
Porque quienes apoyan a Uribe siguen pensando que el popular expresidente o bien es inocente, o simplemente hizo lo necesario.
Y muchos de los que lo critican solo piensan que sin su nexo superfluo con el narcoparamilitarismo no quieren explicar la historia reciente de Colombia.
Por lo tanto el debate ni acaba de empezar, ni ha finito. Simplemente continúa dando.